PARTE III, ZONA CENTRAL DE ALBANIA

Desde la zona del lago Ohrid, la ruta más directa hacia el centro del país es dirigirse hacia la capital Tirana. Eso hicimos, repitiendo la SH3 por dónde habíamos llegado hasta Elbasan, una carretera rápida por el valle del río Shkumbin aguas abajo. Son pueblos en los que la economía local ha prosperado, y a medida que te acercas a Elbasan se nota incremento del tráfico, tanto por ser una de las importantes ciudades del país, como por haber abordado la renovación de una industria que fue potente en época comunista …y de la que aún quedan ruinas. Ciudad que estuvo amurallada en época otomana, conserva parte de la misma y torres trasformadas, y algunas arquitecturas históricas.
Desde Elbasan, las carreteras elegidas fueron divertidas, por estrechas, reviradas y por tener continuamente que jugar a esquivar baches, agujeros de verdad, desprendimiento de taludes y bloques de hormigón cuya finalidad no está muy clara: puestos en medio de la carretera no te caerás por un talud hundido, pero encontrártelos por sorpresa a la salida de una curva, te da un vuelco al corazón.
El destino siguiente era Fier, otra ciudad importante cerca de nuevo del Adriático, y que hicimos simplemente de paso por su extrarradio, con imágenes que recuerdan y mucho a la España de los años 60-70 del siglo pasado. No tengo foto, pero yendo por una de esas calles, tuve que esquivar como pude una alcantarilla sin tapa que el coche delantero pasó entre sus ruedas. Los bunker refugio de gatos actual, es el otro recuerdo que queda de atravesar Fier.
Y sin embargo, también debe tener un centro urbano curioso, y una vista general desde una de sus colinas por la que se pasa, al menos pintoresca.
Apenas a 10km de la ciudad, llegamos a una de las zonas arqueológicas por las que también se va conociendo a Albania: la antigua ciudad griega de Apolonia, comercial e importante puerto en su época, que llegó a tener una renombrada Escuela de Filosofía, de la que hablaba Aristóteles y en la que al parecer se educó el emperador romano Augusto. Sufrío un importante terremoto que arruinó ciudad y puerto, para quedar abandonada a mediados del s.III d.C. Buena parte de lo que fue la ciudad sigue sin excavarse, y las ruinas visibles son muy limitadas. Con el final del régimen comunista y caos siguiente, incluso fue saqueada, como el museo del mismo nombre cercano, por lo que su visita puede resultar frustrante. Y con eso, supongo que ya me he explicado…
Desde aquí, tenemos ruta de una hora bastante monótona siguiendo la SH 73 y después la 72, por un valle continuo muy colonizado, sucesión de pueblos y aldeas dedicadas a la agricultura y pabellones industriales modernos. Llama la atención que todas las edificaciones son nuevas, incluidos los coches, aunque también se puede ver a cualquiera haciendo trabajos de cualquier tipo junto a la ruta.
BERAT
El final por hoy es Berat, una de las visitas obligadas y agradecidas de la Albania interior. Es una de las ciudades más antiguas y hermosas de Albania, con origen griego en el siglo VI aC, en territorio de la antigua Illiria(pueblo origen de Albania). El casco antiguo es Patrimonio Mundial de la Unesco desde el 2008. El río Osumi que la atraviesa ha cortado una garganta de 900 metros de profundidad a través de la roca caliza en el lado oeste del valle acceso natural a la ciudad actual. El trazado de la ciudad es otomano, con edificios de alto interés arquitectónico e histórico. Cuenta una romántica leyenda según la cual la montaña Tomorr fue originalmente un gigante, que luchó con otro gigante, llamado Shpirag por una mujer joven. Se mataron entre sí y la doncella se ahogó en sus lágrimas, que luego se convirtieron en el río Osumi. Un triángulo amoroso más, en resumen.
En cualquier caso, pasear por ambos márgenes del río es una experiencia inolvidable, como también dormir en alguno de los pintorescos hoteles históricos, o en los muy bien equipados y nuevos en el bulevar junto al río, y disfrutar de la excelente gastronomía de sus restaurantes, varios de ellos en plantas altas con vistas para fotografías en cualquier ángulo, tanto de día como de noche. Es una de las ciudades más turísticas de Albania, y sin embargo sus precios siguen siendo baratos.
TIRANA
Desde Berat, de nuevo hemos de pasar a Elbasan como camino más rápido para llegar a la capital de país.
Tirana, ese nombre que en castellano no suena precisamente muy bien, es una ciudad relativamente nueva, relacionado su nombre desde época romana con el mar Tirreno (sector del Mediterráneo al oeste de Italia), de cuando proceden los mas antiguos restos reconocidos, una Villa Romana (casa de campo) fechada en s.VI de nuestra era. A partir de esa fecha, los otomanos serán quienes construyan la primera y pequeña ciudad, hasta convertirse por su posición central en capital de Albania, de forma provisional en 1920, al final de I Guerra Mundial y definitiva en 1925.
Al final de la II Guerra Mundial y quedando en la división europea en el lado comunista, Albania será durante 40 años la capital del régimen más absurdo del estalinismo dictatorial, del que ha costado un par de décadas conseguir un nuevo rumbo que aún intenta vincularse a la Europa comunitaria, y acaso el mejor lugar para experimentarlo es en la capital, Tirana.
El peso o la herencia del aparato burocrático aún es patente en la vida de la ciudad durante el día, y las ganas de cambio y nueva vitalidad está en las zonas o actividades vinculadas a las nuevas tecnologías, el arte…y la vida nocturna. De todo ello participa como en cualquier lugar del planeta, el dinamismo que impone la apertura al turismo y otras culturas.
Apenas fueron un par de días en Tirana, pero suficientes para percibir las ganas que sobre todos los jóvenes tienen de dialogar en lo posible con los extrangeros, la actividad que se percibe en la zona en torno a la Plaza Skanderbeg, y los múltiples clubs nocturnos con actuaciones diarias tanto de jazz como rock, y manteniendo a la vez la implantada educación en músicas clásicas. Pubs como Duff, cerveza y actuaciones en Balkoni Hard Rock, y un combinado en el Skena Jazz Club son experiencias que puedo contar de dos noches aprovechadas en la ciudad. Y la Opera debe ser también cuando hay eventos, algo para no perderse por las personas aficionadas.
¿Por dónde empezar la visita? Sin duda y antes de entrar a la ciudad, subir hasta el monte Dajt situado al este por la SH 54 y 47, un bosque estrecho y cerrado como la carretera que te lleva hasta los más alto. De camino y arriba, la vista vale la pena (se puede comer o tomarte una cerveza), y en la bajada detenerse en el Parque del lago o embalse de Farkes, terrazas junto al agua y señoras mayores que siguen tostando las tradicionales mazorcas de maíz en pequeñas parrillas.
La entrada en la ciudad suele ser bastante caótica, una vez la corta red de autovías penetran en el caso urbano. Los extraradios tienen en común la densidad de los bloques residencial, destartalados los que han sobrevivido del periodo comunista y en vivos colores los restaurados, y tan poco llamativos como en cualquier ciudad europea los que son de más reciente construcción.
Mi sugerencia es dirigirse directamente al centro, referencia la Plaza de Skanderbeg que ya he citado. ¿Y quién fue este señor? Por hacer un simil, fué el Cid Campeador albanés, primero mercenario de los otomanos para cambiar de bando más tarde y ser el héroe de la independencia albanesa. No llegué a enterarme si también hubo líos de faldas de por medio…
En esa plaza y en varias manzanas alrededor, está un poco de todo si como nosotros se dispone de un tiempo limitado. El Museo Histórico y la Ópera en la misma plaza (ambos de época comunista y con su típica estética), y paseando simplemente se pueden visitar la histórica Mezquita de Et'hem Bey, o la nueva Catedral Ortodoxa, la Galería de Arte con su original montaje exterior de la Nube (Cloud) y esculturas comunistas castigadas en la trasera del museo, del otro lado del Boulevard Desmoret lo que fue la Piramide de los Hoxha y hoy una medio ruina, y si volvemos hacia el Parque, el Bunk Art 2, antiguo bunker antiatómico del Ministerio de Interior y hoy museo de los horrores de la policía política del régimen comunista. Todo ello en el contorno del Parque Rinia, un largo y variado paseo que incluye las terrazas del Casino, lagos, calles peatonales vacías un domingo por la mañana y fotografías urbana pintorescas que recuerdan las metafísicas pinturas de De Chirico.
DURRËS
Es la segunda ciudad más grande de Albania, el puerto más grande y una ciudad bastante fea más allá de su zona más turística y antigua que incluye su playa. Su origen griego e illiriofue allá por año 627 aC con vocación de puerto que se ha mantenido hasta la actualidad, siendo el punto de arribo si se llega o sale en barco.
Alguien puede opinar que vaya comparación, pero Albania tiene lugares que recuerdan a Africa, y Durrës para mi imaginación me lleva a Dakar. Ambas son un caos para atravesarlas, ambas son feas, pero si en Dakar hay que ir a buscar la “Corniche o Cornisa” aquí hay que ir hacia la izquierda por el paseo de la costa cuando llegas al puerto, y te vas a encontrar de pronto con la vieja muralla y la torre Veneciana del s.V a la derecha (restaurante incluido en su terraza superior) y el nuevo centro de ocio de Peshkimit, que te dan la bienvenida a todo lo que hay más allá, hoteles, restaurantes, bares de día y noche sobre la playa, ambiente joven y menos joven.
Llegando al final de la playa, encontrarás a la derecha el agradable Hotel Hill Side, probablemente con motos al pie, y más adelante sobre la playa el Sunset Bar.un lugar perfecto para ver la puesta de sol reflejada en el mar, con casi cualquier marca de buena cerveza que puedas desear, y unos cuantos platos si quieres aprovechar para cenar con buena música de fondo. Por las misma zona, es una sucesión de restaurantes, a elegir desde categorías más caras, a recintos con mesas sobre la arena en las se puede comer excelente pescado del día a la parrilla y a precios irrisorios.
Y si te quedas un día, la playa no está nada mal para un baño relajado, y pasear después por la “Corniche” de Durrës que no es otra cosa que la colina trasera, entrando por ejemplo desde la Torre Veneciana (de camino pasarás junto al moderno Museo Arqueológico), y llegarás entre murallas al inmenso Anfiteatro Romano visitable previo pago y un tanto anacrónico por construcciones que en parte lo invaden y merecerían un drástico derribo sin contemplaciones.
Siguiendo la semipeatonal Rruga (calle) Alexander se llega a una bonita plaza de reciente urbanización con el Teatro del mismo nombre e imagen de época comunista, a la izquierda la Mezquita Xhamia, el Ayuntamiento y Hoteles, un conjunto que mezcla en el mismo espacio edificios antiguos y modernos con buen resultado del conjunto. Y en toda la calle, restaurantes, cafeterías, comercio de todo tipo, y buenas heladerías. Una mezcolanza que, y por algo será, me vuelve a llevar hasta Dakar…o tal vez sea al revés.
Por el borde del parque se puede llegar hasta lo que fue residencia de verano del rey Zog, una monarquía de rango chiquito y breve reinado en un país de por sí pequeño. Algo así como el primo pobre entre los grandes del abolengo real. Nadie le hacía caso. El edificio tampoco dice mucho, si acaso acorde a esa brevedad y nada que ver con los palacios de las potentes monarquías europeas. O sea, prescindible…dicen que en Albania ni se acuerdan que una vez tuvieron realeza.
A pesar de ese olvido, puedo contar y casi como anécdota, que el que fue Rey Zog comenzó como militar en la I Guerra Mundial, después político, primer ministro y Presidente de Gobierno. En 1928 fue instaurada la monarquía y él coronado como Rey Zog I. No duró mucho pues la llegada del nazismo le obligó a buscar la protección italiana del zorro de Mussolini que le mantuvo en su dudosa jerarquía hasta mediado 1939 en que voluntariamente se exilió a Londres. Cuentan que se llevó consigo todo el oro que había en Albania, hasta en los dientes de sus súbditos. Como he dicho antes…un tipo también perfectamente prescindible.
Y el video final de este recorrido.
https://youtu.be/xRPIHoPAxz8
Con estas fotos marinas de Durrës dejamos la entretenida zona central de Albania.
Y si el Norte fue espectacular, nos falta la última y preciosa etapa por el Sur del país.